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¡Fuera prejuicios!
El tatuaje es la expresión artística dominante de las clases populares. ¿Por
qué es casi invisible en el debate académico actual de análisis social o artístico,
y especialmente en el campo de las estrategias de intervención cultural? Probablemente
por la carga negativa que todavía comporta en nuestras sociedades occidentales.
Durante siglos ha sido una expresión asimilada a presidiarios, soldados y
marineros, gente de entornos cerrados, con poco futuro y escasas perspectivas
de ascensión social. Fijar esperanzas o convicciones en la propia piel, sin
posibilidad de desprendernos, implicaba un riesgo que sólo aquellos que no
tenían nada que ganar se podían permitir. Esta situación ha cambiado
radicalmente en los últimos años. Hoy, el tatuaje es la muestra más masiva de
expresión de la identidad y los gustos de las clases populares. Recomiendo una
visita de observación este verano en las playas mediterráneas. Cuanto más
popular más numerosa será la presencia de esta imaginería en la piel de hombres
y mujeres (¡y no sólo en los más jóvenes!).
En pocos años
hemos pasado de una simbología formada mayoritariamente por corazones, anclas,
imaginería religiosa o frases de amor y fidelidad extrema, todas ellas en ese
característico color azul venoso, a una paleta de temas, colores y referentes
enormemente amplia. El mimetismo propio del comportamiento humano ha propiciado
la expansión por modas de referentes sucesivos, desde los signos del alfabeto
chino a todo tipo de iconografías populares, en general con una cierta carga
contracultural. Hoy, los escaparates de muchos establecimientos especializados
exhiben exposiciones de fotografía, como glamourosas galerías de arte, algunas
de ellas de gran interés no sólo sociológico sino también artístico. Como
cualquier otra manifestación humana, estas imágenes son la expresión
identitaria, estética, sentimental o soñada de individuos y grupos sociales.
Sin embargo, ¿por
qué a diferencia de otras expresiones de la cultura urbana contemporánea, como
puedan ser los grafitti, existe resistencia por parte del establishment
académico a ser considerada una manifestación artística genuina, digna de
consideración y estudio? Más allá de algunos sociólogos, antropólogos o
críticos de arte precursores, nos cuesta aceptarlo (yo incluido por el mismo
prejuicio que los jóvenes adultos de clase media-alta suelen esconder ciertos
deslices juveniles).
La razón por la
que abundan menos en las playas de las élites, ocupan menos espacio o se
localizan en partes menos visibles del cuerpo está en la percepción de su
potencial impacto negativo para la progresión social o profesional, fruto del
fuerte prejuicio social que el tatuaje todavía conlleva (en particular entre
los sectores económicos y sociales más convencionales). La de momento dolorosa,
costosa y no perfecta reversibilidad retrae a la mayor parte de los hijos de la
burguesía a tatuarse de forma visible, a pesar de que otros modelos de éxito
social, encabezados por futbolistas o cantantes de rock, muestran sin pudor sus
valores, gustos e identidades a través del tatuaje. Las clases popular, menos
permeables al convencionalismo o con escasas posibilidades de ascenso social en
unas sociedades cada vez más dualizadas, se ha lanzado a decorar su cuerpo con
todo tipo de imágenes y símbolos. También entre la comunidad artística más
joven se da un uso creciente de este formato de expresión visual, con
propuestas especialmente interesantes.
¿Hasta qué punto
la experimentación estética de vanguardia se infiltra por esta vía en los
gustos y referentes de las clases populares? ¿Qué papel juega el tatuaje en la
construcción de la identidad individual o grupal? ¿Cuáles son los temas
preferidos y cómo evolucionan en las diversas sociedades occidentales? ¿Cómo
cambian los formatos y referentes estéticos en función del género, edad,
capital cultural o ámbito social de los individuos y colectivos? Donde se
inspiran y porque eligen determinadas imágenes o conceptos del recetario que
admiran de sus ídolos deportivos o musicales, colegas y amigos, o en los
muestrarios de los establecimientos especializados? ¿Qué volumen de negocio
mueve esta industria cultural? ¿Qué estrategias de marketing sigue? Cómo se
estructura la competencia y se establece la política de precios? ¿Qué
consecuencias jurídicas pueden tener los derechos de imagen o los conflictos de
intereses en los negocios mercantiles asociados?
¡Bienvenidos,
pues, a un campo interdisciplinario emergente de investigación cultural!
Nota: Post fruto
de una interesante charla con Annalisa Cicerchia (ISTAT y Universidad de Roma
Tor Vergata).
Estoy de acuerdo que desde el punto de vista cultural hay que estudiarlo y no rechazarlo, pero desde el punto de vista de la Iglesia católica, no se puede promover porque somos templos del Espíritu Santo y por tanto, debemos cuidar nuestros cuerpos, que así mismo resucitarán en el último día. Además, el hacerse un tatuaje, aunque sea una forma de expresión e identidad, es también una forma de hacerte daño sin querer.
ResponEliminaEstoy totalmente de acuerdo con todo lo que comentas acerca de los tatuajes
ResponEliminaCalaveras No le encuentras ningún sentido a que te hable de buen rollo y te plante una calavera, me lo suponía, pero al contrario de lo que se pueda pensar, la calavera simboliza algo un poco menos morboso que el interés por los muertos. Cuando te haces un tatuaje, lo tienes de por vida ¿verdad? Pues la calavera representa el concepto esencial de tatuajes para mujeres. Resalta la actitud de "solo se vive una vez" y la capacidad de poder conquistar uno de los mayores miedos de todos, la muerte. Además, pueden verse como un homenaje al círculo de la vida y a su naturaleza infinita
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